NO HAY ORGULLO, NO HAY PRIDE, SIN HABLAR DE VIH, SIN LOS POSITIVOS
El orgullo es de colores, el orgullo es rojo, el orgullo es positivo.
Por muchos años se ha creído que lo mejor es separar los espacios y los discursos alrededor de la diversidad sexual y de géneros, el movimiento LGBTIQ+ y el vih. Por algún razón el movimiento se alejó de la lucha contra el vih como parte de su agenda política y pública olvidando que inclusive sus orígenes dan cuenta de que la pandemia del Sida en los 80 y los 90 se convirtió en motor del mismo, unió, solidarizo, organizo y visibilizo, nos mostró la vulnerabilidad asociada a la discriminación, el estigma, la homofobia, la transfobia y la exclusión social a tal punto de ser parte de las poblaciones más afectadas por esta enfermedad.
No es para más tener miedo a ser aún más discriminados, a tener un doble estigma, a ser señalados aún más, a ser considerados la peste rosa como decían en los años 80, sin embargo resulta de mayor afectación no hablarlo, obviarlo, desvincularlo de la agenda de política pública. mientras cada vez conocemos y vemos como nuestros amigos y amigas se diagnostican de vih e inclusive algunos mueren, no podemos resignarnos, nos compete enfrentarlo y parte de ello es sacar al vih del closet, volverlo agenda tambien de lo LGBTIQ+.
No juzgamos a quienes no les gusta hablar del tema ligado a lo LGBTIQ+ pero no podemos tapar el sol con un dedo, más aún cuando la mayor carga de infecciones está en nuestra comunidad, cuando las prevalencias observan 21,4 % en mujeres trans, 26,4% en hombres gay y bisexuales (Bogotá). Según datos de Onusida las mujeres trans tienen probabilidad de 13 veces mayor de infección que las personas adultas de la población general.
La agenda LGBTIQ+ es tan interseccional como pocas, la vulnerabilidad aparece por muchos frentes, el género, la clase social, la nacionalidad, la raza, el estatus serológico, entre otros, el reto del asunto es como la agenda no excluye, no diferencia sino al contrario integra. Asociarlo en razón de los derechos que se nos vulneran y nos hacen más propicios a las prácticas de riesgo, a la clandestinidad y al goce efectivo de nuestra sexualidad, es una necesidad.
El vih no puede ser combatido sin derechos, sin leyes que favorezcan las libertades, sin protección social, sin abordar las determinantes sociales. La discriminación mata, es por eso que combatir la homofobia, la transfobia, la violencia por prejuicio hace parte de la lucha LGBTIQ+ y de quienes viven con vih, es realmente una lucha complementaria y parte del mismo objetivo cuidar y proteger a nuestra gente, luchar por nuestros derechos.
La lucha por la igualdad es la lucha también por la salud, por acceso a tratamiento, por la prevención, por la PrEP, por la salud sexual y reproductiva, luchar por espacios seguros, por inclusión, por trabajo, por educación, es reducir la vulnerabilidad social al vih, es permitir vivir libremente como LGBTIQ+.
Este mes de junio donde celebramos el Orgullo, que también se hable de lo que nos afecta, que también se hable de nuestra sexualidad, que también se hable de quienes viven con el vih, que se hable de nuestros cuerpos. Debemos buscar como hacerlo comunicativamente sí, debemos ser estratégicos en el mensaje que damos sí, pero hablarlo , visibilizarlo, poner la discusión y ser parte de la agenda de forma directa, sin miedo, sin tapujos, con la evidencia de que hoy somos de los grupos más afectados al vih por la exclusión, la negación de derechos y la discriminación.
Nos vemos en la calle, nos vemos en la marcha de colores, nos vemos en la OLA ROJA... #MeCuido
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